domingo, 30 de enero de 2011

Elección Capítulo 31

Llegué a la puerta de la habitación y abrí con cuidado. Margot estaba allí encima de la cama con la mirada perdida. Me senté a su lado en la cama, me miró, me abrazó y comenzó a llorar desconsoladamente. La dejé que se desahogara, y al cabo de un rato paró de llorar.
-¿Qué ha pasado?
-Pues…todo. Ahora Scarlet va a por Marcos, y bueno, si a eso le sumas que se piensa que le engañó con Alan… Y yo no puedo más y hemos roto, creo que es lo mejor.
-¿Qué?
-Las cosas no iban bien estos últimos días, Scarlet intenta seducirle, y sé que con ella no va a pasar malos ratos, es como él.
-¿Y qué tendrá que ver eso? Vosotros os queréis.
-No estoy segura de que el sentimiento sea mutuo.
-Es que tú ya no…
-No es por mí, si lo que me vas a preguntar es que si tengo algo con Alan la respuesta es no, solo le ayudo, es que… le gusta Zoe, y no sabe como declararse.
-¿Y por qué no se lo explicas a Marcos?
-Porque no se va a creer que sea así, y pues… he pensado que lo mejor es que lo dejásemos, así él podrá ser feliz.
-Si crees que va a ser feliz estas muy equivocada, ha bajado y está fatal, se le ve en la cara.
-En unos días se le pasará.
-¿Y a ti?
-No lo se, lo superaré. No te preocupes por mi más, bájate con Dylan.
-Solo si bajas tú conmigo.
-Déjame que al menos me lave la cara, no quiero que me vea así.- fue al baño y al cabo de un rato vino y bajamos. Dylan estaba allí, dónde lo dejé la última vez, pero Marcos había desaparecido.
-¿Y Marcos?- le pregunté tan bajito que estuve casi segura de que Margot no me oiría.
-Se fue, no se exactamente dónde ha ido, ¿Qué a pasado?
-Han roto, por Scarlet y un par de malentendidos.
-Marcos está destrozado, no ha querido decirme nada más que rompió con él ¿y ella?
-Está fatal, quiere olvidarlo para que él sea feliz con otra.- nuestros murmullos habían pasado desapercibidos, pero se notaba que hablábamos.
-¿Qué susurráis por ahí?- preguntó Margot
-Nada, lo mucho que la quiero.- mintió, pero luego susurró en más bajito para que solo yo escuchara.- Y técnicamente no es una mentira.
-Yo te quiero más.- susurré igual de bajito.
-Dudo que eso sea posible.
-Pues lo es.- nuestros rostros estaban muy cerca, estábamos a punto de besarnos, pero sabíamos que no era el momento.
Los días siguientes Margot y Marcos seguían igual, bajaban con nosotros por las tardes, como siempre, pero no se dirigían la palabra. Dylan y yo intentábamos no mostrarnos muy cariñosos delante de ellos, sabíamos lo que se sentía. Desde que sucedió esto apenas estábamos solos un momento, nos molestaba, pero hacíamos todo lo posible por ayudar a nuestros amigos.
El sábado, Iker me despertó por la mañana en cuanto estuvo el desayuno, en cuanto desayunamos, bajamos al recuento y fuimos a entrenar como todos los días, la misma monotonía de siempre. Esa tarde, Diego subió a mi habitación, quería que practicara más, últimamente no daba pie con bola, así que esa tarde entrenaría con él. Otros días ya había entrenado con los demás y hoy me tocaba a mí.
Me tiré todas mis horas libres practicando, pero no podía hacer otra cosa. Cuándo terminé subí a mi habitación, me sorprendió ver que Iker no estaba, a lo mejor vendría más tarde. Me tomé mi cena y me fui a duchar. Salí de la ducha, me tape con la toalla, me sequé el pelo con otra y fui a la habitación para vestirme. Allí, de pie, apoyado en la puerta estaba Dylan.
-¿Qué haces aquí ahora?- le pregunté incrédula, él nunca venía a mi habitación a estas horas.
-Te echaba de menos, no te e visto en todo el día...- dijo acercándose a mi rodeándome la cintura mientras me besaba.
-Espera al menos a que me vista ¿no?- dije separándome un poco
-No, así estás perfecta.- dijo volviéndome a besar. Yo enrosqué mis brazos en su cuello mientras el me acariciaba la espalda, todavía cubierta por la toalla. Soltó mis labios para seguir bajando por mi cuello.
-Espera.- susurré, sabía el rumbo que iba a tomar esto.
-¿Qué pasa?- preguntó mientras se alejaba ligeramente de mí.
-En cualquier momento vendrá Iker…
-Por eso no te preocupes, no vendrá en toda la noche, le dije que se podía quedar en mi cama.
-Así que…
-Estamos solos, por fin.- susurró volviéndome a besar.
Pero esta vez no fue un beso lento, fue más apasionado, yo me dejé llevar, estaba preparada. Mi toalla calló al suelo mientras que él se quitaba su camiseta, que me dejó ver su perfecto cuerpo, y así continuamos hasta llegar a la cama, dejándonos llevar por lo que sentíamos.

Me desperté ante el suave tacto de los labios de Dylan en mi cuello. Había dormido abrazada a él, y me sonrojé ante el recuerdo de lo sucedido la noche anterior.
-Buenos días…- me susurró.
-Buenos días.- dije besándole.
-¿Qué tal has dormido?- me preguntó
-Mejor que bien.- dije abrazándole más fuerte todavía.
-Me tiraría toda la vida así contigo, como estamos ahora, pero hay que desayunar.- dijo tendiéndome la bandeja del desayuno y cogiendo el su bolsa de sangre.
-Cinco minutitos más…- le supliqué dándole un beso al que él no pudo resistirse.
-Venga, desayuna ya, que como sigamos así no bajamos nunca.
Me tomé todo el desayuno y sonó el brazalete, ambos nos vestimos para bajar en cuanto antes. No podíamos ocultar nuestra felicidad, bajamos agarrados de la mano al recuento. Me entristecía la idea de que no todos estuvieran tan felices como nosotros, al final Margot y Marcos lo tendrían que arreglar. Dylan y yo estuvimos todo el entrenamiento distraídos, pero al menos Diego no nos mandó entrenamientos extra. En las horas libres Marcos no vino con nosotros.
-¿Y Marcos?- preguntó Margot intentando no sonar preocupada.
-No quería bajar… Se ha quedado arriba, la verdad es que no tenía buen aspecto.- dijo Dylan, entonces Margot se fue corriendo, con lágrimas en los ojos, a algún lugar dónde nadie la viera llorar. Me levanté para seguirla y Dylan vino detrás de mí.
-Venga ya pasó…- dije cuando la encontramos mientras la abrazaba.
-No, no a pasado, pensé que dejarle era lo mejor, pero a mi no me ha solucionado nada…
-¿Entonces por qué no lo habláis?- preguntó Dylan.
-Porque yo quería que él fuera feliz.
-No va a ser feliz si no está contigo, y creo que tú tampoco.
-¿Acaso importa mucho que yo sea feliz?
-Sí, porque si tú no eres feliz él tampoco, y fijaos como estáis los dos. No podéis estar mal sin herir al otro, no quiere hacer su vida con otra, Margot.
-Pero puede perfectamente rehacerla.
-Margot, no quiere estar sin ti, está fatal, lleva dos días sin probar la sangre, cada vez está más débil.
-Y… ¿por qué hace eso?
-Piensa, está demasiado deprimido, últimamente nada le merece la pena.- ante eso Margot solo pudo llorar más.
-Creo… creo que debería hablar con él.- dijo secándose los ojos con el dorso de la mano.
-Y solucionarlo.- concluyó Dylan.
Ayudamos a Margot a levantarse e hicimos que subiera a la habitación, mientras nosotros nos quedamos fuera, intentando escuchar la conversación.

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