lunes, 30 de mayo de 2011

Sueños Cumplidos Capítulo 1

Capítulo 1.-Gravedad

Pasado un largo rato, alguien, tras mucho suplicar, decidió ayudarnos. Iba en un coche plateado que paró al lado de nosotras. Del coche salió un chico bastante alto y fuerte, pero no me pude fijar en mucho más debido a la preocupación que sentía en esos momentos.
-¿Qué sucede?- preguntó el chico.
-A mi amiga la atropelló un coche y… y se que está mal, no reacciona y nadie nos quiere ayudar.- dije llorando ya de pura desesperación.
-Sube al coche, vamos a llevarla al hospital.- dijo.
Era un desconocido y probablemente no me tendría que montar en ese coche con él, pero si no íbamos al hospital pronto, Lidia moriría. El chico cargó con Lidia y dejó su cuerpo inconsciente atrás conmigo.
-¿Te sabes el teléfono de algún familia suyo?
-Me sé su número de casa, pero no tengo el móvil y el suyo se debió de romper o algo con el impacto.
-Toma.- y me tendió su móvil.
-No hace falta que te tomes tantas molestias enserio.
-Tu amiga lo necesita, sí que hace falta.
Cogí el móvil y marqué el número de la madre de Lidia.
-¿Diga?- contestó al cabo de un rato.
-Hola, soy Sabrina, la amiga de Lidia.
-¡Hola Sabrina! ¿Qué tal te va? ¿Ha pasado algo?
-Pues si, verás es que… Lidia iba distraída y cruzó cuando no debía. Intenté pararla, pero era demasiado tarde, un coche la atropelló y… ahora estamos en el coche de un chico, llevándola al hospital.
-¡¿Qué?!- preguntó alarmada.- ¿Pero está bien?- dijo con la voz ronca a causa de las lágrimas.
-No lo se, no parece estar muy bien.
-Voy ya para el hospital.- colgó y le devolví el móvil al chico.
-Ya verás como se recupera.- me afirmó él.
Llegamos al hospital en cuestión de minutos. Pusieron en una camilla a Lidia y yo me quedé en la sala de espera con aquel chico. No podía llamarle de otra forma, puesto que no sabía su nombre, pero no estaba para pedir nombres ahora. La madre de Lidia llegó un  rato después llorando por su hija.
-Se la llevaron en cuanto llegamos.- contesté en cuanto llegó.- Yo se que esto a sido por mi culpa, si hubiera estado más pendiente, la hubiera frenado a tiempo y ahora ella no estaría aquí.
-No ha sido tu culpa.- me tranquilizó su madre.- Ha sido un accidente.
Estuvimos esperando en silencio un rato más hasta que un médico salió.
-¿Doctor como está?- preguntó su madre.
-Su estado es de máxima gravedad. Le hemos tapado la herida de la cabeza y escayolado los huesos rotos, pero si no muestra mejoría habrá que operarla. El golpe ha causado una lesión que esperemos que se repare sola, en el caso de que hubiera que operarla, la operación podría costarle la vida.
-¿Puedo pasar a verla?- preguntó su madre.
-Claro, por aquí, sígame.
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El médico me guió a la sala donde estaba mi hija. Estaba en una cama con un montón de vendajes. No quería perderla, era lo más sagrado que tenía en esta vida. Lo que necesitaba era energía, y era algo que yo podía dar a cambio de no perder a mi hija.
Desde muy pequeña todo lo que soñaba se cumplía. Cuando nació Lidia, tenía miedo de que eso le sucediera también a ella, pero no fue así. Ahora corría el mismo riesgo, pero si quería salvarla no podía hacer otra cosa. No es algo agradable, no solo se cumplía lo bueno, si no también lo malo, y no podías hacer nada por cambiarlo. Cogí su mano y me concentré en pasarle mi energía. Esta era otra de las habilidades que tenía desde pequeña. A mi edad esto me debilitaría, pero me recuperaría. Cuando noté que por su cuerpo fluía parte de mi energía a solté y salí de la habitación.
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La madre de Lidia regresó pasado un rato. Parecía que estaba a punto de caerse, así que la cogimos y la sentamos.
-Ve a verla si quieres.- me dijo su madre. Asentí y me levanté. Pero antes de ir hacia la habitación de Lidia decidí agradecerle a aquel chico lo que había hecho por nosotras.
-Esto… gracias por todo, no tenías que haberte tomado tantas molestias.
-No hay de qué. No podía dejar a una chica como tú ahí tirada.- dijo mientras yo me sonrojaba ante sus palabras.
-Todavía no nos hemos presentado, soy Sabrina.
-Yo Liam. Encantado de conocerte. Bueno, ve a ver como está tu amiga. Yo me tengo que ir. Espero que se recupere. Adiós.
-Adiós.- dije dirigiéndome hacia la habitación de Lidia.

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