martes, 26 de julio de 2011

Sueños Cumplidos Capítulo 7

Capítulo 7.- Sinceridad.

Me desperté con el sonido del móvil, Shine a Light sonaba por toda la habitación. Me estaban llamando. Lo cogí medio adormilada.
-¿Diga?
-Lidia, que me voy a tener que quedar un tiempo más por aquí, la han ingresado. He llamado a Sabrina para ver si te puedes quedar en su casa.
-Vale mamá. ¿Qué tal está? ¿Y qué la pasó?
-Un accidente de coche, se chocó con orto…
-Seguro que va a salir de esta, ya verás.
-Eso espero. Te llamaré.
-Adiós mamá.
-Adiós.
Miré el reloj nada más colgar, me había levantado media hora más tarde. Subía  toda pastilla a mi habitación a cambiarme, prepararme y hacer la cartera. En el tiempo record de quince minutos estaba saliendo por la puerta con una manzana de la mano. No la había cogido por hambre, solo por la costumbre. Mi madre antes de salir siempre me decía que comiera algo. A pesar de mi rapidez llegué cinco minutos tard.
-Hola.
-Hola. ¿Que te ha pasado?
-Me quedé dormida en el sofá.
-Y has vuelto a soñar con el nuevo.
Antes esas palabras empecé a recordar. Era tan raro… Había vuelto a soñar con él, peor no con  que venia, era como si ya hubiera ocurrido y le conociera. Hoy supuestamente nos íbamos todos al cine, incluido John. Nos habíamos quedado hablando un rato, y fue una extraña sensación. No me había dado cuenta de lo guapo que era hasta esa noche, era mucho más de lo que había visto ese primer día. Hubo un  momento en el que me quedé embobada mirando sus increíbles ojos azules, perdiéndome en ese mar de serenidad. Como me había quedado ahora al recordarlo.
-Lidia.- dijo Sabrina sacudiendo la mano enérgicamente delante de mi cara.
-Lo siento.- logré articular.
-¿Eso es un sí?- asentí- ¡Cuéntamelo todo!
-Pues bueno, lo más normal del mundo hubiera sido que soñara el mismo sueño que el otro día. Pero en lugar de eso, he soñado que nos íbamos al cine.
-¿A solas?- Dijo poniendo cara de asombro.
-No tonta, íbamos todos, hasta tú con John, luego nos quedamos hablando y ya.
-Si eso es todo entonces tiene que ser muy guapo para que te quedases embobada al recordarlo.
-Bueno al menos para mi.
-¿Cómo se llama?
-Andy.
-Lidia se ha enamorado…- empezó a canturrear.
-¡No seas tonta! No estoy enamorada de él, ni siquiera le conozco. No es real.
-Si dices que se cumplen se cumplirán, ya verás.
Y por una vez esperaba que esas palabras de Sabrina fueran ciertas. Peor el día transcurrió, y ni rastro del sueño. Sabrina me tomó la palabra y fue con John al cine, pero no fue nadie más. Me quedé en casa de Sabrina una semana hasta que mi ria salió del hospital, pero en esa semana, no ocurrió nada. Los días transcurrían, y yo seguía soñando con él, cada noche algo distinto. Parecía que solo se quedaría en sueños, que solo le conocería así. Empezamos a conocernos mejor, a quedar… Pero solo eran sueños, y en eso parecía que se iba a quedar.
Uno de estos sueños, fue uno de los que más hubiera deseado que se cumpliera. Habían pasado varias semanas desde que nos conocimos, me conocía tan bien como si hubiera pasado toda la vida con él. Estábamos en el Starbucks, y Andy fue a pedir.
-Un frappuccino de chocolate y un exclusivo chocolate caliente medianos.
-¿A nombre de?
-Andy y Lidia.- saqué mi monedero para pagar, pero puso su mano sobre la que sostenía el monedero.- Guárdalo, ya he pagado yo.
-No tenías porque hacerlo.
-Pero quería.
No tuve más remedio que guardarlo. En aquel momento en el que nuestras manos se rozaron, fue como si una corriente eléctrica pasara de su mano a la mía.
-¿Y como has sabido que quería?- pregunté cambiando de tema.
-Porque te conozco, lo sabía igual que se que te echarás más chocolate encima. Igual que se me tu color favorito, tu grupo favorito, lo que te gusta, lo que odias. ¿Y tú que sabes de mí?
-Que adoras tomar cosas frías en invierno, que no has ido a una heladería por mí. La música que te gusta, aquello que no soportas, todo. A pesar del poco tiempo que te conozco, parece que te conociera desde hace más tiempo.
-Eso es porque te has fijado demasiado en mí…- dijo acerándose, y yo me ruboricé.
-Quizá te hayas fijado tú en mí, si no no sabrías eso.
-Sí lo sabría, eres muy predecible.
-¿A sí?
-Sí, ahora te pondrás el pelo detrás de la oreja y te humedecerás los labios.
-Pues no.- pero fue casi inconsciente, cuando acabé la frase me humedecí los labios. No iba a caer en lo del pelo, por mucho que me estorbara el mechón. Me gustaba llevarle la contraria.
-Solo te falta hacer una cosa…
-No la haré.- dije soplando el mechón, consiguiendo únicamente ponérmelo más en la cara.
Entonces él, llevó su mano a mi mechón y lo colocó detrás de mi oreja. Nos quedamos mirando, y yo me perdí en sus ojos. Su rostro se iba acercando peligrosamente hacia el mío, tanto que nuestros labios estaban ya rozándose.
Me desperté justo en ese momento, cuando más quería que continuara el sueño, como habitualmente sucedía. Hay veces que cuando nos despertamos en esa parte del sueño, nos intentamos volver a dormir para ver como acaba, pero sabemos cuando lo probamos, que no va a acabar, porque los sueños son únicos. Me incorporé y me llevé las manos a la cara. No podía ser, estaba empezando a sentir algo por él, por una persona inventada. “Lidia, ¿que te está pasando?” Pensaba. ”No, esto no me está ocurriendo, no sientes nada por él.” Me repetía una y otra vez.
Me levanté y me cambié para ir al instituto. Fui al parque a esperar a Sabrina, y vi a Sandra y a Stella llegar.
-¿Chicas?
-¡Lidia!- dijeron antes de venir corriendo y abrazarnos las tres.
-¡Os he echado de menos!
-Y nosotras a ti.
-Bueno, y ¿qué tal en el intercambio?
-Pues bien, es una pena que no hayas salido elegida.
-No pasa nada, habéis tenido suerte.
-Por cierto, nos enteramos de lo del accidente, ¿qué tal?
-Ya muy bien, no os preocupéis más.
-¿Me esperabais?- preguntó Sabrina nada más llegar. Ellas se abrazaron también a ella y juntas nos fuimos al instituto. Me esperaba otro día más que aburrido.
Llegamos con retraso a primera hora, y Sabrina y yo fuimos directas a nuestro sitio, probablemente ese retraso nos llevaría hacer más ejercicios. Nada más sentarnos estaba sacando mis libros cuando llamaron a la puerta. Todos miramos, pero fui la única que lo reconoció. Me quedé mirándolo, asombrada.

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